lunes, 26 de marzo de 2018

¿Cómo puedo reconocer si mi lugar de trabajo es seguro?


Marque el círculo con el color que más corresponda a su realidad:


La luz roja es un  ‘no’.



La luz naranja indica que ‘está en proceso’.



La luz verde es un ‘sí’.





Hemos de tener en cuenta que una agresión muchas veces no se puede evitar, pero si el número de rojos es mayor, tu lugar de trabajo demuestra no ser seguro y el riesgo aumentará.

La prioridad debe ser que nuestro  trabajo se desarrolle en un sistema de trabajo seguro que integre diferentes elementos de vigilancia, control de asistencias, protección y organización de la seguridad. 

martes, 13 de marzo de 2018

DE ENFERMERA A SUPERVISOR EL RIESGO DE PADECER “EL PRINCIPIO DE PETER”



En el libro The Peter Principle de 1969  , los  autores Dr. Laurence J. Peter y Raymond Hull propusieron la teoría de que los trabajadores en una estructura jerárquica (y las organizaciones sanitarias lo son) son promovidos al nivel en el que son incompetentes y que permanecen en ese nivel por el resto de su carrera.

Los candidatos para un puesto se evalúan en función de su desempeño en sus puestos actuales más que en sus habilidades relevantes para el nuevo puesto. El resultado es que los empleados dejan de ser promocionados cuando no pueden desempeñarse efectivamente, por lo que por definición "alcanzan su nivel de incompetencia".
Este problema ocurre habitualmente cuando a los mejores profesionales técnicos se les da responsabilidad de liderazgo sin tener en cuenta si sus habilidades están alineadas con su nuevo rol.
Algunos manejan bien la transición, pero muchos luchan por que las organizaciones a menudo los promocionan como una recompensa por sus logros técnicos, en lugar de por su potencial de liderazgo  y es justamente ahí  donde fallará y se hará patente el Principio de Peter.
Muchos de nosotros conocemos y posiblemente hemos trabajado con  profesionales a los que por su excelente desempeño la organización  se fija en ellos y los ascienden al nuevo rol de liderazgo (supervisor, adjunto o dirección...).
Estos profesionales siguen confiando  en las habilidades y talentos que les han hecho exitosos/as en su  último puesto, en lugar de reconocer que el nuevo rol requiere otras habilidades y talentos fundamentalmente diferentes, “Podemos tomar como ejemplo  el del enfermera/o de UCI exitoso que es ascendido a supervisor/a del bloque de críticos”. Aquí podemos observar que se ponen en marcha dos conjuntos de habilidades muy distintas y el éxito en uno no garantiza el éxito en el otro.
Si alguien que trabaja contigo, o tú mismo/a, estás en esta posición, no te preocupes  tenemos algunos consejos que pueden  ayudar a evitar la trampa del Principio de Peter:


Cómo vencer al principio de Peter

Decir NO a la promoción

Reconoce que tu trabajo ha cambiado. A menudo pensamos que el liderazgo es casi una segunda carrera. Si bien tus habilidades técnicas y experiencia son valiosas en el liderazgo, rara vez son la clave  para desarrollar  un liderazgo  eficaz. Las capacidades de establecer una dirección, motivar a las personas y manifestar retroalimentación deben desarrollarse para complementar las habilidades técnicas que ya posees.

Formación. Hay que reeducarse para tu nuevo trabajo. Configurar tu estilo de liderazgo.

Buscar soporte y ayuda, en tus jefes y compañeros, y si es necesario pedir la opinión de terceros, que siempre será más imparcial.

Probar cosas nuevas. Para poder hacer cualquiera de tus trabajos de aprendizaje, debes intentarlo. Haz un esfuerzo para poner en práctica cosas nuevas de forma regular. Además, no te rindas si algo no parece funcionar la primera o segunda vez.

Solicita comentarios., sobre lo que funciona y lo que no funciona. Da permiso a las personas para que te den su opinión, ayúdales a enfocarse en las cosas que les impactarán, y agradéceles por tomarse el tiempo para darte su opinión.

Conoce, tus fortalezas y tus debilidades

Hagas lo que hagas, siempre recuerda que no hay una barita mágica.

Así que crea un estilo que funcione para ti.

domingo, 4 de marzo de 2018

viernes, 2 de marzo de 2018

¡AGRESIONES! ¿QUÉ ESTAMOS HACIENDO MAL?


STOP AGRESIONES, NO MÁS AGRESIONES etc. etc, Aumentan las agresiones al personal sanitario en 2017. Casi 300 agresiones a personal sanitario en un año. Más de un 70% de las agresiones han sido sobre mujeres profesionales. Los  profesionales sufrieron algún tipo de agresión. 230 fueron verbales, 18 físicas y en 48 hubo ambas cosas.  Cifras que se han incrementado con respecto a 2016. (Vicky Luis | Jose Luis Ravelo  |  Canarias  | Actualizado el 04/01/2018 a las 16:21 horas A3Canarias)
Los enfermeros denuncian que sufren 55 agresiones diarias. Por ello, el Sindicato de Enfermería ha puesto en marcha la campaña 'Stop Agresiones'. Enfermeras Satse  insta a denunciar las agresiones para que se haga visible el problema que sufren.
Ocho de cada diez enfermeros las ha sufrido a lo largo de la vida laboral y con esta campaña, ‘#Stopagresiones. Nada justifica una agresión', quieren que se generalice la idea de que las agresiones no forman parte de su trabajo.
Dicen que las agresiones están aumentando y solo se denuncia el 11% de los casos. Calculan unas 20.000 al año. A los usuarios les recuerdan que los recursos sanitarios han sufrido recortes, pero que la agresividad no es la solución. (http://www.antena3.com/noticias/sociedad/los-enfermeros-denuncian-que-sufren-mas-de-50-agresiones-diarias_201803015a9814f20cf2552830bf0d2b.html)
Aun con mi experiencia como formador en el curso “Cómo prevenir las agresiones al personal sanitario”, veo con estupor y ,por qué no decirlo, con rabia,  noticias en televisión, prensa  y  redes sociales acerca de que se sigue agrediendo al personal sanitario  por ciudadanos/as que acuden a los centros sanitarios tanto en el ámbito público como en el privado, al igual que ocurre en otras profesiones en mayor o menor medida.
Tradicionalmente se ha tenido la idea de que era necesario tolerar  algún tipo de actos considerados leves (gritos, impertinencias etc.),  como parte de nuestro quehacer profesional por el hecho de atender a población en situación de dificultad sanitaria/social.  Como consecuencia, la agresión se ha asimilado como algo habitualmente presente en el ejercicio profesional: normalizarlo y abundar en este tipo de filosofía puede llevar a situaciones de riesgo e indefensión reiterada de los/las profesionales: nuestra labor se enmarca dentro de un sistema de derechos y obligaciones que deben respetarse para que pueda producirse la relación de ayuda.
Las personas violentas y agresivas son una amenaza, tanto para nuestra salud física como para la emocional. A veces nos encontramos con personas que levantan la voz, que te intimidan con sus gestos, que se comunican de forma agresiva y violenta. Gente llena de rencor, de inseguridad, que para superarse necesitan dañar y menospreciar a los demás.
El ser humano tiende a protegerse de lo que le supone una amenaza. Hacer frente a la agresión puede ser difícil y estresante.
Vaya de antemano que ninguna agresión es justificable por muy mal que lo estén pasando las personas.
Esto me lleva a preguntarme, y os invito a preguntar, qué se está haciendo mal:

FACTORES DE RIESGO

Primero  miraremos hacia nosotros:
Es cierto que determinados factores de riesgo son inherentes a nuestra profesión, pero no por ello deben obviarse a la hora de la prevención de las agresiones.

Incumplimiento de los planes de prevención de riesgos de violencia en lugar de trabajo, no tomar las medidas preventivas recomendadas
Saturación de servicios
Deficiencias en el diseño del centro (sala de espera, temperatura ambiental, asientos, ruidos, mala iluminación…)
Falta de espacios adecuados (hacinamiento)
Ratios mal dimensionados
Falta de material
Esperas que se hacen eternas sin ningún tipo de información
Demora en la asistencia, pruebas, intervenciones etc. Sin un plan informativo que explique el motivo de la demora.
No atender las quejas de forma adecuada
No atender las demandas de las personas sin razonarle los motivos: de organización, medios o recursos que nos impiden satisfacer sus expectativas.
Falta de información institucional, falta de personal con formación adecuada que satisfaga las inquietudes de las personas en atención al motivo de su consulta o visita al centro
Deficiencia en el trato dispensado a las personas
Defectos en la información y la atención a situaciones de riesgo vital o de emergencia, especialmente sentidas por los familiares o acompañantes en los servicios especiales (Urgencias, UCI…)
Imprevisión y apoyo institucional adecuado a situaciones de muerte o duelo
Interferencias de problemas personales en el trabajo
Conflictos entre el personal del centro, que generan tensiones y hostilidad en el ambiente susceptibles de repercutir en el comportamiento de las personas
Descoordinación con el resto de compañeros (médicos, ABS…)
Dificultad personal para adaptarse al ambiente laboral y/o mantener buenas relaciones con los compañeros
Insatisfacción profesional por trabajar en servicios propensos a crear mayor estrés laboral
Actitudes de intolerancia, prepotencia, insensibilidad hacia los enfermos o sus familiares y acompañantes
Negativas no razonadas a peticiones de prestación sanitaria (fármacos, pruebas, certificados, etc.)
Desconocer la organización del centro
Desconocer los circuitos de previsión de atención sanitaria complementaria.
Falta de habilidades sociales y de comunicación. Escucha activa
Desconocer los indicadores de riesgo de conducta violenta

FACTORES DE RIESGO

Ahora miramos hacia fuera:
Todo el mundo puede ponerse agresivo en un momento dado; pero hay gente que conserva la calma durante mucho tiempo y otros que enseguida se ponen a la defensiva.
Para que se produzca la explosión agresiva es necesario que la persona experimente pérdida de control respecto de su situación (de la enfermedad que está padeciendo).
Todos reaccionamos de manera exagerada cuando pensamos que nos están tomando el pelo o nos están robando algo que creemos nuestro.
La conducta agresiva puede ser la reacción ante una amenaza, la manera que tiene la persona de responder cuando se siente intimidado.
Normalmente la persona agresora siente una necesidad, o vive un problema
que se expresa en una demanda de atención inmediata, sin tener en cuenta si hay otras personas esperando ser atendidas, y quizás en situaciones que puedan revestir mayor gravedad que la suya.

Características que puede reunir una persona Potencialmente agresora:
Personas con escasas habilidades personales y sociales, así como con baja
resistencia a la frustración
Personas con escaso nivel de instrucción y desconocimiento de la normativa
que regulan la asistencia y recursos sanitario/sociales
Personas cuyas expectativas en torno a la atención  son mayores, o diferentes
a las que ésta puede ofrecerles en la situación que plantean
Personas en situación de necesidad derivada de problemáticas de larga etiología y multifactoriales
Personas en situaciones en las que existan graves dificultades para realizar
correctamente el cuidado de sus hijos/as o personas dependientes a cargo

Personas potencialmente Agresivas:

FRUSTRADOS: Personas con frustraciones diversas, ya sea por la propia enfermedad, problemas personales, laborales, familiares, económicos, sociales, etc.
POCO RECEPTIVOS: A las explicaciones en las que se basa la necesidad de dar o prolongar una baja laboral, pruebas diagnósticas, derivar especialista, etc.
SIMULADORES: Simulan síntomas y signos con el fin de obtener algo en beneficio propio (cobrar una pensión, baja laboral etc.)
PARANOICOS: Personas con rasgos propios de rigidez, egocentrismo, desconfianza, suspicacia, proyecta su culpabilidad hacia los demás. Frío en el trato y tendencia a la agresión.
ANTISOCIAL: No admite las normas de conducta social establecidas. Utiliza el sistema en beneficio propio. Agresivo ante cualquier contrariedad.
SOMATOMORFO: Presenta numerosas quejas con exploración negativa. Hiperfrecuentador.
PSICÓTICO: No acostumbra a ser muy peligroso, raramente es agresivo con el personal.
OLIGOFRENIA: Puede reaccionar de forma explosiva ante frustraciones. Comunicación muy reducida.
SENILIDAD: Pueden descompensarse y reaccionar violentamente ante situaciones frustrantes.
TOXICOMANÍA: Entran en agresividad cuando no se les facilitan los psicofármacos que solicitan.

CONCLUSIÓN
Las acciones violentas de los usuarios del sistema sanitario o de sus familiares y acompañantes sobre los profesionales en el lugar de trabajo van en aumento en todos los países industrializados en los últimos años, llegando a representar un motivo de preocupación  y alarma para los profesionales sanitarios.
Las situaciones de violencia se han ido extendiendo desde las empresas de bienes hasta las organizaciones públicas del sector servicios, siendo precisamente los profesionales relacionados con este sector, tal y como indica la Organización Internacional del Trabajo, las que presentan un mayor riesgo de sufrir agresiones o actos de violencia debido al estrecho contacto con las personas.
La relación que se establece entre los ciudadanos y los profesionales en el ámbito de la prestación de los servicios sanitarios, no es ajena a posibles cargas de agresividad que se manifiesta en determinadas ocasiones.
Este fenómeno no es específico de los servicios sanitarios y además es un problema multifactorial.
Entre los deberes que tiene el ciudadano encontramos el de hacer uso adecuado de los servicios sanitarios en un ambiente de mutua cordialidad, confianza y respeto, para  mejorar  las relaciones entre ciudadanos y profesionales de la salud.
Respetando los derechos y observando los deberes obtendremos una mejora del ambiente laboral para los trabajadores de la salud y una mejor prestación de servicios para los ciudadanos.
La prensa debe hacerse eco no solo de la agresión/es, sino de las sentencias y el coste judicial aplicado al agresor/es para que se tome conciencia de que agredir “NO sale gratis”.

¡SIEMPRE, SIEMPRE! comunicar y denunciar si procede cualquier tipo de acto de violencia. ¡Recuerda que lo que no está escrito, no existe!