Existen leyendas, en
el África, sobre un mono inteligente que siempre se encuentra en aprietos.
Una de esas leyendas
sobre Mono Sabio cuenta:
Mono Sabio vio una
deliciosa fruta en la rama de un árbol. Estaba muy hambriento, y su primera
idea fue trepar al árbol y comerse la fruta rápidamente. Pero se dio cuenta de
que la rama en la que estaba la fruta era muy endeble; y comprendió que su peso
la doblaría tanto que él se deslizaría y caería del árbol antes de alcanzar la
fruta.
A Mono Sabio no lo
llamaban sabio por casualidad, y éste era justamente el tipo de problemas que
le gustaban. Así que se sentó bajo el árbol y diseñó el siguiente plan: en
primer lugar, trataría de pensar todas las formas posibles de llegar hasta la
fruta; luego, elegiría la mejor, la que tuviera más posibilidades de funcionar
bien.
La primera idea que
se le ocurrió a Mono Sabio fue esperar que pasara por allí el Elefante, así
podría treparse a su lomo y llegar a la altura necesaria para alcanzar la
fruta.
Su segunda idea fue
sacudir bien el árbol y esperar que la fruta se aflojara y cayera al piso.
Su tercera idea fue
pedirle al Ciervo que lo ayudara: Mono Sabio podría trepar al árbol para que
las ramas se doblaran hacia abajo y el Ciervo podría atrapar la fruta con su
suave boca.
¿Cuál era la mejor
idea? Mono Sabio siguió pensando. El problema con el Elefante era que la fruta
estaba muy alta, y quizá tampoco la altura del inmenso animal alcanzaría. El
problema de tratar de sacudir el árbol era que la fruta era muy delicada y, si
se caía, podía arruinarse, las hormigas se la comerían y a Mono Sabio no le
quedaría nada. El problema de pedirle al Ciervo que lo ayudara era que
seguramente él también tendría hambre y Mono Sabio se vería obligado a
compartir su fruta con él.
Mono Sabio miró otra
vez la deliciosa fruta. Cada vez tenía más hambre. Pensó nuevamente en sus tres
ideas ,
Si espero al
Elefante, quizá nunca llegue hasta la fruta; si sacudo el árbol, quizá nunca
tenga la fruta, tampoco; si le pido ayuda al Ciervo, sólo tendré la mitad de la
fruta.
El estómago de Mono
Sabio hizo ruido. Considerando todas las posibilidades, pensó, media fruta es
mejor que nada... Y corrió a buscar al Ciervo.
Mono Sabio tiene lo
que se podría denominar espíritu estratégico.
Ante un
conflicto, piensa estratégicamente qué hacer, en lugar de actuar siguiendo un
impulso.
La estrategia que inventa es una resolución de problemas en tres
pasos.
Quiere la fruta del
árbol, pero no hay forma obvia de alcanzarla, de modo que:
1º Hace un
torbellino de ideas en busca de soluciones alternativas;
2º Evalúa cada idea;
3º Elige
prudentemente el curso de acción más prometedor.
Tener un espíritu estratégico; significa también, ser reflexivo, no impulsivo, disfrutar del placer de inventar y
utilizar procedimientos escalonados y graduales.
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