La expresión "tormenta
perfecta" se utiliza a menudo para describir un fenómeno resultante de una
combinación excepcionalmente rara de
circunstancias. Aunque el término se usa en exceso, creo que describe con
precisión los desafíos a los que se están enfrentando los trabajadores de la
salud en el último año.
Los trabajadores de la salud están
acostumbrados a enfrentarse diariamente
a una serie de desafíos extremos,
cambios rápidos y la imprevisibilidad que conlleva el cuidado de seres
humanos. Pero el COVID-19 ha cambiado todos los escenarios
posibles, y ha colocado a los trabajadores de la salud al borde del precipicio luchando diariamente en estos nuevos escenarios como nunca se ha visto antes.
Algunos escenarios:
- Todo sucede muy rápido, cada aspecto de nuestra vida laboral y personal cambia a una velocidad vertiginosa.
- La velocidad de transmisión hace que todo el personal este en constante tensión ante un posible colapso del sistema sanitario.
- Los trabajadores de la salud se han enfrentado y continúan preparándose para lo que muchos denominan “escenario de guerra”.
- Sus propias vidas están en peligro. Riesgo elevado de contraer la enfermedad, al principio por falta de equipos de protección, desinformación... y ahora por la sobreexposición diaria a la que se ven sometidos. Los profesionales sanitarios contagiados de COVID-19 en la pandemia superan los 86.000 ( 26 de noviembre) y 63 fallecidos hasta el 5 de junio ( 27.11.2020) RTVE.es. Es asombroso que durante esta pandemia hayan fallecido tantas enfermeras como en la Primera Guerra Mundial. EL HERALDO
- Muchos trabajadores de la salud se han aislado de sus familias por miedo a ser un foco de infección y contagio.
- Muchos profesionales han visto y hecho cosas que marcaran sus vidas.
- Hay que tomar decisiones sobre la vida o la muerte, enfrentándose a conflictos éticos y morales.
- Han visto morir a las personas solas sin poder despedirse de sus familiares, o despedirse a través de una pantalla de video.
- Las jornadas laborales transcurren bajo un manto amenazador y de extrema dureza. Se viven momentos intensos, dolorosos e inolvidables en el trabajo.
- No hay suficiente personal (en número y cualificación) para satisfacer las necesidades de los pacientes.
- Los profesionales de la salud trabajan en turnos agotadores en los que muchas veces no tienen tiempo para detenerse (la carga de trabajo sigue aumentando). Esto significa que no se tiene el tiempo ni la capacidad para hacer una pausa, reflexionar y lidiar con las crisis que les está atormentando.
- Sensación de abandono por parte de la organización y de los poderes públicos.
- Esto implica o implicará el abandono de muchos profesionales por no poder o no querer aguantar presión física, psicológica y emocional que todo esto conlleva.
La
pandemia solo ha empeorado una situación precaria del sistema sanitario dejando
visible sus debilidades y amenazas.
Dicen
que una crisis no termina hasta que uno aprende de ella. ¿Hemos hecho una correcta lectura de lo que nos trajo hasta aquí...?,
¿Hemos detectado a tiempo las señales
que nos dejen reducir la severidad de lo que viene, y reducir el daño de sus
secuelas...?
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