lunes, 19 de julio de 2021


 

Cuenta la historia que un hombre trabajaba en una planta distribuidora de carne.

  Un día terminado su horario de trabajo, fue a uno de los refrigeradores para hacer una inspección cerrándose la puerta con el seguro y quedando atrapado dentro del congelador.

 Golpeó fuertemente la puerta y empezó a gritar, pero nadie lo escuchaba. La mayoría de los trabajadores ya habían marchado y era casi imposible escucharlo por el grosor que tenía esa puerta.

Llevaba unas cinco horas encerrado en el refrigerador al borde de la muerte. De repente aquella pesada puerta se abrió, el guardia de seguridad entró y lo sacó casi moribundo.

Después del incidente, en una entrevista que le realizaron a guardia de seguridad, le preguntaron, “¿Cómo  se lo ocurrió abrir la puerta del refrigerador?”, si esta  labor no era parte de su rutina diaria.   

 Él contesto:

    "Llevo más de 30 años en esta empresa, cientos de trabajadores entran y salen de la planta cada día, pero este hombre que por poco muere es el único que me saluda en la mañana y se despide de mi en las tardes. El resto de los trabajadores ni me miran (para ellos  soy invisible). Hoy al igual que todos los días me saludo amablemente al entrar, pero no escuche... hasta mañana. Y sabiendo que todavía no se había despedido de mi, pensé que debía estar en algún lugar del edificio, por esta razón  lo busqué y lo encontré".

Reflexión: Nunca dejes de ofrecer un cordial saludo a la gente que te rodea.

   El saludo denota cortesía y buenos modales, un apretón de manos,  un abrazo o unos simples buenos días, es el comienzo de una relación que posteriormente puede convertirse en una amistad verdadera e incondicional. 

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