La
sabiduría de Gandhi
Cuentan
que un día, cuando Mahatma Gandhi ofrecía asistencia jurídica y orientación
gratuita a la población local, se acercó una señora con su niño, después de un
largo viaje y de esperar varias horas para poder ser atendida:
Sr.
Gandhi este es mi hijo, y lo traigo aquí porque no hay nada más que pueda hacer
para que deje de comer tantos dulces. Ya lo he intentado todo, pero sigue
comiendo demasiado azúcar y necesito que pare antes que se ponga enfermo.
Gandhi
sonriendo se dirigió a la madre y le dijo:
Vuelve
aquí pasado un mes.
La
mujer un poco confusa, sin entender el motivo de la orientación, pero confiando
en la sabiduría de Gandhi, asintió con la cabeza y decidió hacer lo que le
pedía.
Pasado
un mes estaba la señora ahí, teniendo una vez más que pedir la baja en su
trabajo, viajar todo el día, esperar horas en la cola con mucho calor con un
niño, para que a las nueve de la noche Mahatma pudiera recibirla:
Sr.
Gandhi, ¿Se acuerdas de mí? Soy aquella señora que vino hace un mes a pedirle
consejo para hacer con que mi niño deje de comer dulces.
-Ah
sí, ¡ahora me acuerdo! ¿Dónde está el niño? Déjame hablar con él.
Dirigiéndose
al muchacho, lo mira bien a los ojos y le dice con firmeza:
Niño, no comas dulces.
La
mujer, sin entender nada, quizás ya dudando de su cordura, le dice con cierta reflexión:
Señor
Gandhi, permítame comentarle con todo el respeto y agradecimiento por todo lo
que está haciendo por nosotros, pero no entiendo porque nos hace venir desde
tan lejos una segunda vez, después de esperar un mes para decirle a mi hijo
solamente: “no comas azúcar”
¡Es que hace un mes yo comía azúcar!
Sí
Gandhi era muy sabio y conocía el comportamiento humano muy bien, sabía que si
la madre, su familia, sus amigos, continuaban comiendo dulces seria casi
imposible esperar que el niño lo hiciera diferente.
Esto
lo podríamos aplicar a nuestras organizaciones y a los componentes de estas (si
los directivos, los empleados, los pacientes, las familias, los políticos) no
tienen claro las conductas humanísticas, difícilmente podremos humanizar.
Cuando
hablamos de humanización hay que mirar a nuestro alrededor y observar
atentamente si esto que esperamos del otro no es algo en lo que estamos fracasando
nosotros con los demás.
La
única manera de enseñar realmente algo a alguien es dar ejemplo.
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