¡Hola a todos!
Hoy tengo el inmenso placer de compartir con vosotros un texto profundo y esencial de un gran amigo y colega, Pedro Camacaro.
Este artículo nos desafía a todos (tanto a profesionales de la salud como a quienes hemos sido pacientes) a repensar el acto de cuidar. Nos invita a ir más allá de la visión mecanicista y a abrazar la complejidad total de la persona. Si alguna vez te has preguntado por qué el cuidado debe ser una práctica reflexiva y humana, este texto te dará las respuestas.
Espero que lo disfruten y, sobre todo, que les inspire a ver la enfermería (y el cuidado en general) como el arte de "tejer" que realmente es.
Artículo original de: Pedro Camacaro Rojas, Enfermero y Formador.
Introducción: Más Allá del Mecanicismo
La enfermería, en su esencia, es una disciplina de encuentro. Es en la intersección entre la ciencia, la ética, el arte y la compasión donde despliega su potencial. Sin embargo, durante décadas, el modelo predominante en las ciencias de la salud ha sido de corte reduccionista y mecanicista, heredado del paradigma cartesiano-newtoniano. En este modelo, el paciente era frecuentemente visto como un conjunto de sistemas biológicos descompuestos, una "máquina" a reparar, y la enfermedad, como un fallo localizado a ser corregido. La enfermería, en este contexto, corría el riesgo de reducirse a un conjunto de técnicas y procedimientos aplicados de manera lineal.
El pensamiento complejo, articulado fundamentalmente por el filósofo francés Edgar Morin, surge como un antídoto necesario contra esta simplificación excesiva. No se opone a la ciencia, sino a la ceguera de una ciencia que olvida la condición multidimensional, paradójica y singular de lo humano. Desde esta perspectiva, se propone una filosofía de enfermería radicalmente distinta: una que abrace la complejidad del fenómeno del cuidado.
Principios Fundamentales de una Enfermería Compleja
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La Unidad-Diversidad de la Persona Cuidada:
El primer pilar es superar la dicotomía cuerpo-mente-entorno. La persona no tiene un cuerpo; es su cuerpo, su historia, sus relaciones, sus creencias y su contexto socioeconómico y cultural, todo al mismo tiempo. Un diagnóstico (p. ej., diabetes) no es solo una alteración metabólica. Es un evento que se entrelaza con la biografía del individuo: sus hábitos alimenticios (cultura), su capacidad para acceder a medicamentos (economía), su estado emocional (psicología) y el apoyo de su familia (sociología). La enfermería compleja no trata "una diabetes", sino a esta persona singular que vive su diabetes de una manera irrepetible. El cuidado debe ser, por tanto, dialógico: integra dimensiones aparentemente contradictorias (lo biológico y lo espiritual, lo individual y lo colectivo) sin reducir una a la otra.
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La Ecología de la Acción y la Circularidad del Cuidado:
Morin nos recuerda que toda acción escapa de la intención de su autor y entra en un juego de interretroacciones con el entorno. En enfermería, esto es crucial. Una instrucción de cuidado (una "acción") no es un comando lineal que produce un efecto predecible. Depende de cómo sea interpretada, adaptada y ejecutada por el paciente y su familia en su ecosistema particular. El profesional de enfermería, lejos de ser un mero técnico que aplica protocolos, es un facilitador y un nodo dentro de una red de interacciones. Su propia subjetividad, su capacidad de escucha y su presencia ética se convierten en factores determinantes del resultado. El cuidado es una relación circular: el cuidador es afectado por la persona cuidada, y viceversa. Quien cuida, se transforma en el acto de cuidar.
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El Conocimiento Pertinente: Uniendo lo Disciplinar y lo Humano:
El pensamiento complejo aboga por un "conocimiento pertinente" que sea capaz de contextualizar e integrar los saberes. Para la enfermería, esto significa que la excelencia técnica (saber cómo insertar un catéter) es necesaria pero no suficiente. Debe ir indisolublemente unida a un saber ser (empatía, resiliencia, autoconocimiento) y a un saber comprender la lógica del contexto del paciente. ¿De qué sirve un plan de altas perfecto si no se comprende que el paciente vive solo, no tiene nevera para conservar la insulina y teme ser una carga para sus hijos? La enfermería compleja requiere una inteligencia generalista que teja constantemente los hilos de las ciencias "duras" con los de las humanidades.
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La Incertidumbre como Parte del Proceso:
La visión mecanicista anhela certezas y predicciones absolutas. La complejidad, en cambio, reconoce lo incierto y lo impredecible como inherentes a los sistemas vivos. Una filosofía de enfermería compleja abandona la ilusión del control total. En su lugar, cultiva la sabiduría práctica para navegar en terrenos inestables. Implica humildad para reconocer los límites del conocimiento, flexibilidad para adaptar los planes de cuidado sobre la marcha y tolerancia a la ambigüedad. El juicio clínico se convierte en un arte de tomar decisiones óptimas con información siempre incompleta.
Conclusión: El/La Enfermero/a como Tejedor/a de Significados
La enfermería dentro del paradigma de la complejidad deja de ser una aplicación de protocolos para convertirse en una práctica reflexiva, relacional y ética. El/la profesional asume el rol de un "tejedor" o "artesano de la salud" cuyo material es la complejidad humana misma. Su función no es solo "curar" a veces, sino cuidar siempre, aliviando el sufrimiento, restaurando la autonomía en la medida de lo posible y, sobre todo, acompañando al ser humano en su tránsito por la vulnerabilidad.
Esta filosofía reclama una formación profesional igualmente compleja, que combine el rigor científico con el desarrollo de las habilidades humanísticas, la crítica reflexiva y la capacidad de pensamiento sistémico. Al final, abrazar la complejidad no es hacer el trabajo más difícil, sino más verdadero. Es reconocer que en el centro de la práctica de enfermería no hay una enfermedad, sino una persona única, un universo de interconexiones que merece ser cuidado en toda su profunda y misteriosa integridad.

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