domingo, 25 de noviembre de 2018

EL ESPÍRITU ESTRATÉGICO



Existen leyendas, en el África, sobre un mono inteligente que siempre se encuentra en aprietos.
Una de esas leyendas sobre Mono Sabio cuenta:

Mono Sabio vio una deliciosa fruta en la rama de un árbol. Estaba muy hambriento, y su primera idea fue trepar al árbol y comerse la fruta rápidamente. Pero se dio cuenta de que la rama en la que estaba la fruta era muy endeble; y comprendió que su peso la doblaría tanto que él se deslizaría y caería del árbol antes de alcanzar la fruta.

A Mono Sabio no lo llamaban sabio por casualidad, y éste era justamente el tipo de problemas que le gustaban. Así que se sentó bajo el árbol y diseñó el siguiente plan: en primer lugar, trataría de pensar todas las formas posibles de llegar hasta la fruta; luego, elegiría la mejor, la que tuviera más posibilidades de funcionar bien.

La primera idea que se le ocurrió a Mono Sabio fue esperar que pasara por allí el Elefante, así podría treparse a su lomo y llegar a la altura necesaria para alcanzar la fruta.
Su segunda idea fue sacudir bien el árbol y esperar que la fruta se aflojara y cayera al piso.
Su tercera idea fue pedirle al Ciervo que lo ayudara: Mono Sabio podría trepar al árbol para que las ramas se doblaran hacia abajo y el Ciervo podría atrapar la fruta con su suave boca.

¿Cuál era la mejor idea? Mono Sabio siguió pensando. El problema con el Elefante era que la fruta estaba muy alta, y quizá tampoco la altura del inmenso animal alcanzaría. El problema de tratar de sacudir el árbol era que la fruta era muy delicada y, si se caía, podía arruinarse, las hormigas se la comerían y a Mono Sabio no le quedaría nada. El problema de pedirle al Ciervo que lo ayudara era que seguramente él también tendría hambre y Mono Sabio se vería obligado a compartir su fruta con él.
Mono Sabio miró otra vez la deliciosa fruta. Cada vez tenía más hambre. Pensó nuevamente en sus tres ideas ,
Si espero al Elefante, quizá nunca llegue hasta la fruta; si sacudo el árbol, quizá nunca tenga la fruta, tampoco; si le pido ayuda al Ciervo, sólo tendré la mitad de la fruta.

El estómago de Mono Sabio hizo ruido. Considerando todas las posibilidades, pensó, media fruta es mejor que nada... Y corrió a buscar al Ciervo.

Mono Sabio tiene lo que se podría denominar espíritu estratégico.
Ante  un conflicto, piensa estratégicamente qué hacer, en lugar de actuar siguiendo un impulso. 
La estrategia que inventa es una resolución de problemas en tres pasos.
Quiere la fruta del árbol, pero no hay forma obvia de alcanzarla, de modo que: 
1º Hace un torbellino de ideas en busca de soluciones alternativas;
2º Evalúa cada idea;
3º Elige prudentemente el curso de acción más prometedor.

Tener un  espíritu estratégico; significa también,  ser reflexivo, no impulsivo, disfrutar del placer de inventar y utilizar procedimientos escalonados y graduales.


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