La ironía del sistema sanitario:
¿piezas intercambiables o seres humanos?
La
metáfora de las piezas intercambiables en Tetris ilustra con precisión la
deshumanización en el sistema sanitario. En Tetris, cada bloque que cae es rotado,
movido y encajado en el lugar que mejor convenga para mantener el juego en
marcha; cuando una pieza ya no encaja o cumple su función, simplemente
desaparece y es reemplazada por la siguiente, sin que importe su forma, color o
“historia” previa. Esta lógica refleja cómo, en muchos entornos sanitarios, los
profesionales son gestionados como elementos funcionales: se les asigna un
puesto, se les mueve de servicio o turno según la necesidad, y si no se
adaptan, se busca a otro que ocupe su lugar.
Esta
visión convierte a médicos, enfermeros y demás personal en “fichas”
intercambiables, anulando su individualidad y sus emociones, lo que constituye
una forma clara de deshumanización. Se les niega autonomía y experiencia,
tratándolos como engranajes de una maquinaria en la que lo importante es que la
línea (la tarea, el turno, el objetivo) se complete, no quién lo haga ni en qué
condiciones. Así, la gestión sanitaria prioriza la eficiencia y la continuidad
del “juego” sobre el reconocimiento de la humanidad de quienes lo sostienen.
En
definitiva, la analogía con Tetris no solo evidencia la tendencia a tratar a
los profesionales como recursos prescindibles, sino que también pone de
manifiesto el riesgo de que, al ignorar su valor humano, el sistema acabe
colapsando bajo la acumulación de piezas mal encajadas, agotadas o simplemente
reemplazadas sin contemplaciones
En
ocasiones, el día a día de la sanidad se parece peligrosamente a una partida
interminable de Tetris. Los profesionales de la salud son esas piezas de
colores que caen sin descanso, encajadas a la fuerza en los huecos que deja el
sistema, rotadas y desplazadas una y otra vez para que todo encaje, aunque sea
a costa de forzar formas y agotar energías. Cuando una pieza ya no sirve,
simplemente se reemplaza por la siguiente, sin importar demasiado el desgaste o
el esfuerzo invertido.
La
gestión sanitaria moderna, obsesionada con la eficiencia y la inmediatez, ha
convertido a médicos, enfermeros y demás personal en fichas intercambiables,
movidas de aquí para allá bajo la fría etiqueta de “recursos humanos”. Se
pierde así de vista lo esencial: detrás de cada ficha hay una persona, con
historias, emociones y límites.
Y
aquí es donde la ironía se hace evidente. Mientras los discursos
institucionales insisten en la importancia de la “humanización”, en la práctica
se sigue priorizando la estadística y la técnica sobre el cuidado auténtico.
Los profesionales quedan relegados a un segundo plano, como si fueran simples
piezas de un juego, prescindibles y silenciosas.
Esta
paradoja no solo afecta la calidad del sistema, sino que genera un profundo
malestar entre quienes sostienen la sanidad con su esfuerzo y dedicación. Quizá
ha llegado el momento de dejar de jugar al Tetris con las personas y recordar
que los sanitarios no son piezas de recambio, sino seres humanos con
necesidades, derechos y dignidad.
Al
final, la verdadera modernidad no consiste en encajar piezas a toda costa, sino
en construir un sistema donde profesionales y pacientes ocupen, por fin, el
centro del tablero.
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