RESPONSABILIDAD HACIA UNO MISMO
Dice el proverbio: “Si no lo hago yo por mí, ¿quién
lo hará?”
En efecto, hay muchas situaciones en las que asumir
ciertas responsabilidades nos compete solamente a nosotros y sus resultados negativos
o positivos recaen solamente en nuestra persona. En cambio hay otras en las que
las consecuencias afectan también a quienes comparten nuestra actividad laboral.
Precisamente en eso estriba la importancia de cumplir
con las responsabilidades asumidas con el equipo.
Os dejo está reflexión para analizar la importancia de la división de
tareas entre los miembros del equipo y el establecimiento de responsabilidades individuales,
con el fin de poder llevar a cabo un trabajo
en forma eficiente y asegurar el
cumplimiento de los objetivos marcados en el equipo
Había una
vez...
Un equipo que tenía cuatro miembros, quienes se llamaban
Todo el Mundo, Alguien, Cualquiera y Nadie.
Había un trabajo importante por hacer.
Todo el Mundo estaba seguro de que Alguien lo haría.
Cualquiera podría haberlo hecho, pero al final Nadie
lo hizo.
Alguien se molestó ante este hecho, pues era un
deber de Todo el Mundo. Todos pensaron que Cualquiera podía hacerlo, pero Nadie
comprendió que al final Todo el Mundo no lo haría.
En conclusión, Todo el Mundo culpó a Alguien cuando
Nadie hizo lo que Cualquiera podía haber hecho.
Graham Gibbs,
“Learning in Teams” (“Aprendiendo
en equipos”)