Los mandos intermedios
son piezas claves en cualquier empresa u organización, ya que son quienes se
encargan de dirigir y coordinar al equipo de trabajo en la consecución de los
objetivos establecidos. Sin embargo, existe un riesgo latente cuando se les da
demasiado poder y se les convierte en algo así como una Guardia Pretoriana, es
decir, una tropa de élite que se considera por encima del resto y que se identifica
plenamente con los intereses de la cúpula directiva.
La Guardia Pretoriana
era una unidad de élite del ejército romano que tenía como objetivo proteger al
emperador. De manera similar, los mandos intermedios que se convierten en
Guardia Pretoriana desarrollan una lealtad inquebrantable hacia la dirección de
la empresa, en lugar de mantener la objetividad y equilibrio necesarios para
liderar de manera efectiva a su equipo de trabajo.
Convertir a los
mandos intermedios en guardia pretoriana tiene como todo en la vida pros y
contras.
PROS:
- Lealtad y
compromiso: Cuando los mandos intermedios se sienten protegidos y apoyados por
la alta dirección, pueden aumentar su lealtad y compromiso hacia la
organización. Esto puede conducir a una mayor motivación y productividad en el
trabajo.
- Cohesión en la
organización: Al crear una cultura de lealtad y compromiso, se puede mejorar la
cohesión en la organización. Los mandos intermedios pueden sentirse más
conectados con la alta dirección y, por lo tanto, ser más efectivos en la
comunicación y el cumplimiento de objetivos.
- Rapidez en la toma de decisiones:
Cuando los mandos intermedios tienen una relación sólida y de confianza con la
alta dirección, pueden tomar decisiones más rápidas y eficientes en beneficio
de la organización, sobre todo en situaciones de
crisis o en momentos donde se necesite una respuesta rápida y unificada.
CONTRAS:
- Crear un ambiente de
lealtad ciega: En el que los mandos intermedios no están dispuestos a
cuestionar las decisiones de la alta dirección, incluso si estas decisiones no
son beneficiosas para la organización en su conjunto.
- Falta de
objetividad: Si los mandos intermedios se sienten obligados a ser leales a la
alta dirección, pueden perder su objetividad al tomar decisiones. Esto puede
llevar a la toma de decisiones perjudiciales para la organización.
- Mal ambiente
laboral: Los mandos intermedios que actúan a modo de Guardia Pretoriana pueden
propiciar un ambiente tóxico en la empresa, donde se suceden intrigas, favoritismo
y nepotismo
- Ausencia de
innovación: Cuando los mandos intermedios se sienten obligados a proteger la
posición de la alta dirección, pueden perder la capacidad de ser innovadores y
tomar riesgos creativos.
- Falta pensamiento crítico en la toma de decisiones: Esto puede limitar la capacidad
de los mandos intermedios para pensar y tomar decisiones en la búsqueda de soluciones.
- Baja moral en los
empleados: Si los empleados de primera línea perciben que los mandos
intermedios están más preocupados por proteger su posición en la organización
que por la calidad del trabajo, pueden perder la confianza en ellos. Esto puede
disminuir la moral y la motivación de los empleados.
En conclusión,
convertir a los mandos intermedios en Guardia Pretoriana puede tener tanto
ventajas como desventajas. Si bien puede aumentar la lealtad y el compromiso hacia la organización, también puede
limitar la innovación y la objetividad en la toma de decisiones. Es importante
encontrar un equilibrio entre la protección y la libertad de los mandos
intermedios para asegurar que se tomen decisiones objetivas y eficaces en
beneficio de la organización en su conjunto. Es esencial que se fomente una
cultura de respeto y colaboración en la empresa, que permita a los trabajadores
sentirse parte de un equipo y no ajenos a los objetivos y logros de la empresa.
Asimismo, es necesario un liderazgo más horizontal que vertical, en el que se
valore la contribución de todos los trabajadores y se les escuche y se tenga en
cuenta sus sugerencias y propuestas.