
(Y de ahí surgió la idea de este post, Gracias
Miguel Ángel)
Humanizar,
Humanizar, Humanizar...
He hecho una simple búsqueda
en Google y ya veis los resultados,
Artículos sobre humanizar la gestión Aproximadamente 111.000 resultados
Liderazgo humanizado Aproximadamente 457.000 resultados
Gestión humanizada Aproximadamente 1.730.000
La importancia de la humanización para un buen sistema
sanitario Aproximadamente
275.000 resultados
Plan de humanización en hospitales Aproximadamente 147.000 resultados
Humanización asistencia sanitaria Aproximadamente 7.190 resultados
Esto me lleva a preguntarme...
¿Es sólo una moda
Hablar de Humanización?
Es cierto que está de
moda hablar de la humanización de la asistencia, gestión, empresas etc., pero yo
diría que no ha de ser una moda pasajera,
sino que está aquí para quedarse.
Y no sin ciertos
riesgos, lo que me lleva a otra pregunta....
¿Todos los
actores ven la misma realidad?
Instituciones públicas, privadas, mixtas
Profesionales de la Salud
Directivos
Políticos
...
La gran
mayoría de estos actores están tan pendientes de su forma de ver las cosas, tenemos
la tendencia a ver solo con los lentes que llevamos puestos y nuestra visión
puede estar limitada, que olvidan
que ven desde una perspectiva muy particular, la suya, que no sólo no tiene por
qué ser la válida, sino que es posible que haya más de un enfoque válido,
correcto, e incluso compatible y enriquecedor.
Stephen Covey escribe en su libro “Los 7 hábitos
de la gente altamente efectiva”:
“Todos
tenemos muchos mapas en la cabeza, que pueden clasificarse en dos categorías
principales:
Mapas del
modo en que son las cosas, o realidades, y Mapas del modo en que deberían ser,
o valores. Con esos mapas mentales interpretamos todo lo que experimentamos.
Pocas veces cuestionamos su exactitud… Simplemente damos por sentado que el
modo en que vemos las cosas corresponde a lo que realmente son o a lo que deberían
ser.”
Para reflexionar sobre esto os dejo un cuento
popular de la India sobre si como seres humanos podemos acceder a la realidad
tal como es o solo a un mapa, más o menos ajustado, preciso y funcional, sobre
cómo es esta realidad.
LOS SEIS CIEGOS Y EL ELEFANTE.
En la Antigüedad, vivían seis hombres ciegos que pasaban las horas
compitiendo entre ellos para ver quién era el más sabio. Exponían sus saberes y
luego decidían entre todos quién era el más convincente.
Un día, discutiendo acerca de la forma exacta de un elefante, no
conseguían ponerse de acuerdo. Como ninguno de ellos había tocado nunca uno,
decidieron salir al día siguiente a la busca de un ejemplar, y así salir de
dudas.
Puestos en fila, con las manos en los hombros de quien les precedía,
emprendieron la marcha enfilando la senda que se adentraba en la selva. Pronto
se dieron cuenta que estaban al lado de un gran elefante. Llenos de alegría,
los seis sabios ciegos se felicitaron por su suerte. Finalmente podrían
resolver el dilema.
El más decidido, se abalanzó sobre el elefante con gran ilusión por
tocarlo. Sin embargo, las prisas hicieron tropezar y caer de bruces contra
el costado del animal. “El elefante
–exclamó– es como una pared de barro secada al sol”.
El segundo avanzó con más precaución. Con las manos extendidas fue a dar
con los colmillos. “¡Sin duda la forma de este animal es como la de una lanza!”
Entonces avanzó el tercer ciego justo cuando el elefante se giró hacía él.
El ciego agarró la trompa y la resiguió de arriba a abajo, notando su forma y
movimiento. “Escuchad, este elefante es como una larga serpiente”.
Era el turno del cuarto sabio, que se acercó por detrás y recibió un suave
golpe con la cola del animal, que se movía para asustar a los insectos. El
sabio agarró la cola y la resiguió con las manos. No tuvo dudas, “Es igual a
una vieja cuerda” exclamo.
El quinto de los sabios se encontró con la oreja y dijo: “Ninguno de
vosotros ha acertado en su forma. El elefante es más bien como un gran abanico
plano”.
El sexto sabio que era el más viejo, se encaminó hacia el animal con
lentitud, encorvado, apoyándose en un bastón. De tan doblado que estaba por la
edad, pasó por debajo de la barriga del elefante y tropezó con una de sus
gruesas patas. “¡Escuchad! Lo estoy tocando ahora mismo y os aseguro que el
elefante tiene la misma forma que el tronco de una gran palmera”.
Satisfecha así su curiosidad, volvieron a darse las manos y tomaron otra
vez la senda que les conducía a su casa. Sentados de nuevo bajo la palmera que
les ofrecía sombra retomaron la discusión sobre la verdadera forma del
elefante. Todos habían experimentado por ellos mismos cuál era la forma
verdadera y creían que los demás estaban equivocados.
Penúltima
pregunta (siempre hemos de preguntarnos o cuestionar las cosas)
¿Qué podemos aprender sobre la parábola de
los ciegos y el elefante?:
Aunque tengamos limitaciones de visión en un
momento determinado, siempre podemos entrenar la flexibilidad mental y aceptar
que no poseemos toda la información o conocimiento.
Siempre hay
que poner en claro la opinión de los
otros actores sin prejuicios.
Evitaríamos discusiones
estériles, si preguntáramos más sobre lo que están viendo los otros actores.
Si no nos
ponemos de acuerdo en qué es humanizar, y cómo implementar o volver a recuperar
el espíritu de la Humanización, todos los proyectos más tarde o más temprano
fracasarán.
Y sobre todo pensar que los otros actores siempre verán
“otras partes del elefante”
Ahora
te pregunto a ti ¿qué parte del elefante estás viendo?
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