PROFESIONALES A LA CARTA: MOLDEABLES, INVISIBLES Y SIEMPRE DISPONIBLES
¿Profesionales o plastilina? Una metáfora que revela una crisis silenciosa
Profesionales moldeables: la nueva norma
El personal sanitario, que antes era visto como un pilar firme e imprescindible, hoy parece reducido a una sustancia flexible a la que se le exige adaptarse a cualquier horario, necesidad o carencia del sistema. Se les estira en jornadas interminables, se les comprime con recursos escasos y, cuando están al borde del colapso, se espera que vuelvan a su forma original con una sonrisa.
Así opera el modo blandiblup: un modelo de gestión que no respeta los límites humanos, pero sí exige una entrega total, permanente y silenciosa.
Aplausos desde los balcones, olvido en los despachos
Durante la pandemia, se aplaudió a los sanitarios cada tarde. Pero, con el tiempo, ese reconocimiento simbólico no se tradujo en mejoras reales. Se sigue pidiendo resiliencia, pero se niega estabilidad. Se exige humanidad, pero se responde con frialdad administrativa. Se trata al profesional como si fuera plastilina: moldeable, sustituible, y, una vez usado, fácilmente reemplazable.
¿No es paradójico que, en una sociedad que dice valorar la sanidad, se desvalorice a quienes la sostienen?
Entre eficiencia y deshumanización
Hoy, la lógica dominante en la gestión sanitaria prioriza la eficiencia, la tecnificación y la productividad. En ese afán, tanto pacientes como profesionales se despersonalizan: se convierten en números, en engranajes de una maquinaria que no se detiene. Médicos, enfermeras, técnicos… todos tratados como “recursos humanos” que se pueden ajustar o mover según convenga.
Sin embargo, la esencia de la atención sanitaria es profundamente humana. Un encuentro entre quien sufre y quien cuida. Humanizar la sanidad no debería ser un eslogan, sino una práctica real. Y eso empieza por tratar a los profesionales como lo que son: personas, no piezas intercambiables.
El coste del blandiblup: burnout, estrés y fuga de talento
El impacto de este modelo es real y medible. La constante presión, la falta de reconocimiento y el agotamiento emocional derivan en una epidemia silenciosa entre el personal sanitario: el síndrome de burnout.
Este desgaste no solo afecta la salud mental y física de los profesionales, sino que también compromete la calidad de la atención, aumenta los errores y deteriora el ambiente laboral. Cuando un sistema trata a sus pilares como si fueran plastilina, no puede esperar que sigan sosteniéndolo con firmeza.
¿Qué hacemos con el blandiblup?
Tratar a los profesionales sanitarios como blandiblup —esa masa maleable, sin límites ni forma— es más que una metáfora: es una denuncia. Una alerta sobre un modelo de gestión que deshumaniza y que, de seguir así, acabará desmoronando lo que intenta sostener.
Es hora de dejar de pedir elasticidad infinita a cambio de palmaditas simbólicas. Y empezar a construir estructuras que reconozcan el valor real de quienes cuidan de nuestra salud. Porque incluso el blandiblup más flexible termina rompiéndose si se le estira más de la cuenta.
¿Y tú?
¿Quieres una sanidad sostenida por profesionales cuidados, o por una masa que se deshace al primer golpe?
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